LA ROSA de los vientos
pintada de colores
iluminaba el mundo.

Hacía que girara
para que el sol saliera por poniente;
y la sombra, con la aurora;
y que el viento llegase alguna vez
de donde nunca llega;
para que el Norte fuera Sur;
y África,
             Europa;
y Este, el Sureste.

Y el mundo (y tú con él),
tan campante y alegre
se movía a su aire.

Hoy la rosa no gira
y el viento está parado
y el sol va hacia el oeste
y la noche amanece con la tarde.